1 sept 2011



Es un poco tímida, solo habla, cuando estamos los dos juntos o se queja cuando se cae, aunque yo trato de cuidarla y valorarla mucho, trato de que conserve la esbelta figura que tiene desde que la conocí hace ya siete años.




Mi guitarra, un instrumento musical que nació de la raíz de un pino, de la sierra de Huaraz según la publicidad que pegan en el interior de la caja de resonancia, llegó a mi casa cuando yo tenía tan solo 13 años, la estuve esperando durante mucho tiempo, para que cuando llegara darme con la sorpresa de que estaba hecha para diestros, se me vino el mundo abajo, ya que en mi casa todos son derechos excepto “el siniestro de Luis Francisco”. Fue un duro golpe, pero creo que fue determinante el hecho de que esta vihuela tuviese la silueta de una esbelta mujer, porque caí en el juego de su ‘coquetería’ y me envolvió en sus redes, digo, cuerdas…



Por poco y le doy vuelta a todas las maromas, con la idea de ajustarla a mi beneficio personal, pero, con el correr de los meses mis hermanos dominaron la técnica de tocarla con habilidad y me la quitaron. La perdí por mucho tiempo, pero fue en ese momento en el que decidí invertir el rol de mis brazos, con ello, aprendí a hacer deferentes tipos de rasgueos, punteos (no piensen mal) y empecé a lucirla más en público. Me acompañó y consoló (óigame) en momentos algarabía y de tristeza. Me ayudó a seducir a algunas de las chicas con las salí o mantuve una relación amorosa. Compuso conmigo, los primeros acordes de estrofas que después se convertirían en canciones. Estuvo conmigo en retiros de la iglesia, con mis amigos en la calle, celebraciones escolares, en reuniones del trabajo. Creo que solo falta Isil; sin embargo, muchas veces también ha sufrido duros golpes y caídas (nada metafórico) que le han generado quiñes y fisuras, debido a la gran cantidad de años que tiene dentro de mi hogar perdió muchas cuerdas, como sucedió hace una semana. No tiene nombre, simplemente es mi guitarra y eso ya es importante no solo par mí. Llevó, a través de su música, mucha a mi casa, música que hasta ahora se escucha, aunque algunas veces calla porque se queda dormida y arrinconada de cansancio en alguna esquina al fondo de mi cuarto.

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